Esa noche no hacia tanto frio, pero al estar a su lado siempre lo había, él estaba envuelto en un aura de desafecto, su rostro no mostraba nada… nada, mas sin embargo la mía cada vez expresa lo que él me hacía sentir… y hasta sonrió mientras él solo está ahí, a mi lado. Estaba siempre conmigo desde que sucedió aquel accidente donde perdí a mi familia y al yo sobrevivir, encontrándome completamente sola, sin comida y sin nadie quise acabar con mi dolor tomado muchas pastillas, pero sentí entre aquel adormecimiento como él me levantaba entre su brazos y me sacaba de ahí.
Pase unos días, no recuerdo cuantos, en el hospital y me visitaron varios doctores, casi todos especialistas en enfermedades mentales, una me dijo: “solo estas sufriendo por la pérdida pero debes valorar tu vida, aun estas viva, piensa en eso…” pero yo solo quería morir.
Esa noche él estuvo a mi lado, no decía nada, solo estaba ahí a mi lado como esperando por algo.
-Deseo morir… - dije en voz baja mientras lloraba en silencio, él me escucho, aunque estaba alejado mirando por la ventana, se volteo y fue la primera vez que aquellos ojos tan oscuros me miraron, hasta sentí como mi cuerpo se estremeció con aquella intensa mirada tan negra sobre mí.
Caminaba siempre a unos pasos de mi, al comienzo me molestaba, me inquietaba su presencia… porque su mirada siempre estaba fija.
No comía, no tomaba agua… pero estaba ahí, yo solo lo podía mirar y hasta lo toque una vez, tropecé y él me sostuvo con fuerza, sus manos eran frías como hielo pero firmes, luego me soltó como si yo quemara.
-¿Quién eres? - logre preguntar, pero nunca dijo nada.
Estaba tan intrigada, por que comencé a notar que solo era yo quien lo veía, cuando me di cuenta de eso fui hablar con una doctora muy simpática que me dio su tarjeta, por si necesitaba hablar con alguien.
-Me alegra que vinieras – me dijo y me dejo entrar a su consultorio, era impecable y completamente blanco, las paredes, el piso y hasta los muebles.
-¿Usted lo ve, cierto? – le dije y ella me miro fijamente mientras sonreía.
-Dime que ves Sora ¿por eso viniste, verdad?
La vi tomar un bolígrafo y comenzó hacer anotaciones en una libreta con hojas amarillas.
-Está a mi lado ¿usted no lo ve? – fue ahí la primera vez que oí su voz, y me llego al alma mientras mi cuerpo se erizaba.
-Solo tú, querida Sora puedes verme – me dijo al oído, susurrando como si quería evitar que la doctora lo escuchara.
-¿A quién debería de ver? – me dijo la mujer mientras me miraba.
-No le digas nada, creerá que enloqueciste y no es así – seguía hablando a mi oído y casi me desvanezco, su voz era realmente hermosa, como tonadas musicales en mis débiles oídos.
-Yo…
-Sora, estás sola ahora y es normal que creas ver gente que no existe, eso es lo que hace tu cabeza para evitar el sufrimiento y la soledad – ella no lo veía, pero yo hasta podía sentirlo.
-Ven… – me dijo y coloco su fría mano en la mía, lo mire y sus ojos me atravesaron tiernamente, eso fue lo que sentí, mis ojos se llenaron de lagrimas de repente él con sus guantes de hielo me las seco.
-No se… tengo miedo… – le dije porque aunque quería ir con él, mi corazón estaba confundido.
-Es normal mi niña, la soledad da miedo – me hablo la doctora ahora.
-Vamos… - me dijo y me levanto.
-Lo siento doctora – le dije mientras me iba con aquel desconocido que solo yo podía ver.
No me soltó, aunque sentía como que perdía sus fuerzas mientras más tiempo estaba pegado a mí. Llegamos a ese parque y nos sentamos en una banca, la más alejada de todas y cerca de un hermoso lago donde algunos árboles remojaban sus hojas en el.
-No recuerdas nada ¿cierto?
Ahora no me tocaba, ni me miraba, solo mantenía la vista fija en la profundidad del lago.
-¿Qué debería de recordar? - pregunte
Hubo un silencio que solo las aves lograron interrumpir y el dijo:
-A mi
¿Tenía que recordarlo? pero no sabía, solo tenía estos sentimientos tan extraños por él cada vez que lo veía y ahora que me había tocado, mi corazón había enloquecido por completo.
-…eres muy importante ¿cierto?... para mi, digo…
Apenas sonrió mientras me miraba por un instante y luego miro al cielo.
-Se podría decir que por mi estas ahora aquí con vida, por mi error o por capricho, no sé cómo decirlo.
-¿Error?¿Capricho?... pero tu… ni se tu nombre…¿Cómo te llamas?
-Haruto
-¿Haruto?... – acento sin siquiera mirarme- Haruto dime ahora ¿Quién eres?¿porque estás aquí? ¿Por qué soy un error para ti?
-Para mí no eres un error, por mucho tiempo te observe y cada vez estaba más seguro de quien eras
-¿Quién soy?
-Primero te diré lo que soy yo: soy un Angel de la Muerte, mi misión es guiar a las almas en el preciso momento en que van a dejar este mundo terrenal llevarlos por el camino que los lleva al mundo de las almas, donde ahí serán llevados a su próximo destino, si cumplieron su misión en este mundo, se les llevara a un sitio ancestral donde su alma será elevada y como dicen ustedes acá: tienen que buscar sus alas, protegiendo a otros. Si tu misión no está terminada, tu alma transciende en otro cuerpo y con otra vida, nosotros solo nos encargamos de guiarte cuando te marchas a este mundo y cuando vuelves hasta que el ángel que te resguarda llegue.
-Ángel de la muerte… ángeles… vidas… muertes… no entiendo… ¿y yo? ¿Y tú? ¿Que somos? – estaba confundida, mi corazón se detuvo por un instante y luego se acelero, mis manos temblaban y me fije que mi cuerpo también, era su cuerpo tan frio estaba tan pegado a mi porque sus brazos me cubrían por completo, sentí mis mejillas húmedas.
-Yo te salve esa noche porque deseque tu familia falleció en ese accidente, y que ahora te dejo sola, porque necesitaba que tu alma terminara su labor aquí. Antes de que yo: Haruto fuera lo que soy ahora, un ángel en busca de almas perdidas, fui un hombre y tú fuiste mi amada, solo que ese amor tan fuerte que nos unía era pecado, no estaba permitido y por eso nos mataron y nuestras almas fueron condenadas a no permanecer juntas, nunca más. Por eso yo soy espíritu y tu, carne; hasta que ambos cumpliéramos nuestro deber, solo así estaríamos juntos.
-¿Cómo ahora? – me pegue mas a ese cuerpo helado de Haruto mientras de repente comenzaba a llover, así yo también estaría fría por esas gotas de lluvia.
-Aun no estamos juntos mi niña, no podemos, tu casi te matas y eso hizo que atrasaras todo. Ahora he decidido quedarme aquí, hasta que dejes esta vida que tienes ahora y empieces la próxima.
-¿Por qué? – mis lagrimas no se detenían, ahora que sabia quien era, solo quería estar con él.
Acaricio mi cabello húmedo por aquella lluvia.
-Porque es así, y si yo he esperado por tantos siglos, mirando alma tras alma buscando la tuya, tú vivirás muchas vidas hasta que puedas llegar a mí. Porque pedí que tú última vida la vivieras conmigo.
-Oh… Haruto…
-No llores mi niña, que Haruto no tiene corazón que se ponga triste, pero si es un alma que pierde su brillo…
-¿Esto es amor cierto?
-Si mi niña, es amor…
Me aparte un poco de él para verlo, aun llovía y mis lagrimas se perdían entra las gotas de lluvia y con mis dedos húmedos acaricie su boca, él ni hablo, solo miraba mis ojos cautivado por aquel momento que nos permitieron.
-Cada día te miraba y pensaba que estaba loca… no era lógico ver a alguien tan hermoso… y que estuviera a mi lado… no lo merecía…
Me tomo por la barbilla y acerco su boca a la mía, casi rozándola.
-Tu eres un ser maravilloso, no yo… yo soy solo un alma maldita… tener que ver el sufrimiento de otros y esconder el mío… pero tu chiquita… al verte – me beso – sabia quien eras… – me volvió a besar – sabia que debía quedarme, pero no podía tocarte… – se parto y tomo mis manos entre las suyas – soy hielo y tu fuego, si te toco me derrito y pierdo fuerzas… por eso estaba tan distante, porque si me acercaba no aguantaría.-Así, que aunque estés aquí ¿no puedo ser tuya?
Negó con la cabeza y mientras apretaba mis manos y me las ponía en el pecho.
-Eres mía, tu alma se puede entregar a mí, porque así tu lo quieres, pero este cuerpo no será mío, vendrá alguien que te hará feliz yo lo sé, y me apartare, desapareceré para que sigas viviéndola sin mi presencia.
-No… no quiero Haruto, ahora solo quiero estar contigo… - me dolía solo pensar en perderlo, no ahora que sentía que mi vida tenia luz y era la de él.
-Mi pequeña Sora… yo estaré contigo siempre… aunque no me veas, estaré ahí solo para ti, porque te esperare…
-¿Me esperaras?- no podía dejar de llorar
El sonrió y limpio con sus manos mis lágrimas. Su sonrisa era realmente hermosa, casi era como si había salido el sol en ese instante cuando la lluvia ceso.
-Estaré para ti, mi amor.
Y ahí desapareció, mientras yo no dejaba de pensar que deseaba estar con ese ángel, y que ese segundo en que me roso con sus labios valía mas que mil vidas, valía mas de mil años… valía mas que mil muertes.
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