-Goooool!!
Todos gritamos cuando logre meter sin problema la pelota en el arco, sentía la adrenalina correr por mis venas, salte, baile y abrace a todo mi equipo. Estábamos en las finales estatales luego iríamos a jugar fuera, hasta los nacionales. Tenía esa pasión por el deporte, me gustaba ganar y desde hace un tiempo solo lo hemos hecho ya que en las practicas nos estamos esforzando mucho para lograr llegar a ser los primeros. Yo quisiera ser el primero del equipo, sobresalir entre los otros chicos, ser el mejor goleador.
Mi esfuerzo no ha sido en vano, practico todos las tardes luego de clases, me gusta ir al campo, correr, sentir el ritmo acelerado de mi corazón y quedar empapado por mi transpiración. Lo bueno es que yo no soy el único, Okamura Shiro juega de centro en el equipo y siempre me acompaña. Hay veces que vienen más chichos y jugamos todos, pero la mayoría de las veces estamos solos, él y yo. Una vez quedamos hasta tarde, yo estaba exhausto y me acosté en el centro del campo con los brazos y piernas extendidas, Shiro fue hasta donde estaba y se paró a un lado de mí.
-¿Pasa algo Takaji? – me miro preocupado
Lo observe y me pareció que sus ojos eran tan oscuros como en ese momento estaba el cielo, sentí como una estrella lograba brillar dentro de ellos. Como no le respondí se agacho acercándose tanto a mí que podía sentir su aliento, era como que buscara dentro de mi mirada algo más. Me puso bien nervioso.
-Estoy bien – le dije y me ayudo a levantarme.
Así que nos fuimos ya era bien tarde, caminamos y tómanos el mismo tren, ese día me enteré donde vivía Shiro, se quedaba en una estación antes que la mía y también supe que no tenia hermanos, era hijo único, hablamos sobre eso mientras nos sentamos uno al lado del otro en el tren.
-Takaji, ¡pásamela!!!
Shiro me pedia el balón pues yo estaba bien marcado, tenía a un pelirrojo mas alto que yo que no me dejaba avanzar y muy cerca estaba un trigueño que no se me despegaba para nada después del gol que metí. Le paso la pelota a Anami pues pasársela a Shiro se me hizo difícil, el trigueño me bloqueo el pase y casi pierdo la esférica. Así que mientras esperar que se la pasaran a Shiro, me trate de secar el sudor de la frente, pues me estaba dejando completamente ciego y hacia que los ojos me ardieran. Como no logramos anotar y ahora la pelota los tenían nuestros adversarios, trate de quitarle la pelota al pelirrojo que me marcaba, pero con el sudor en los ojos y el destello del sol, no me dejaron darme cuenta que el muy imbécil al hacer un pase me patio en el tobillo, sentí como que se me reventaba la pierna, chille de dolor y me revolqué en el campo, aguante la respiración para tratar de que no me doliera mas pero era insoportable el punzante dolor que sentía. Escuche voces, pero la que me hizo reaccionar fue el tono ronco de la voz de Shiro cuando me pregunto que si me dolía. Lo mire, pero como que se dio cuenta de mi sufrimiento se agacho hasta donde yo estaba.
-No te preocupes apóyate que yo te lleva a la banca – me dijo, mientras me ayudo a levantar y me sujete con fuerza de él.
Sus brazos me tomaron, como aquella tarde.
Todos se habían ido menos Shiro y yo, que nos quedamos recogiendo los balones para guardarlos. Fuimos hasta el depósito donde todo estaba muy oscuro, no note que Shiro estaba tan seca de mí, me tropecé con él y con el saco de balones, ambos caímos al suelo, yo sentí su peso, me quede muy quieto mi corazón se acelero con locura, él no se movió, pero pude sentir como su cabello rozaba con mis mejillas y que su aliento se encontraba con el mío. Nuestras bocas se unieron, sentí una chispa, como si de repente el oscuro deposito se alumbrar; pienso que fue mi imaginación, pues aun estaba a oscuras y los labios de Shiro empezaron a moverse, abrió su boca y tomo por completo la mía yo no me negué, también lo bese mientras sus cabellos caían tan seductoramente sobre mi rostro mientras me abrazaba. Suspiro mientras seguía besándome con tal pasión, me sentí débil de repente cuando me beso el cuello y luego volvió a mi boca; nos interrumpió un ruido en las afuera del depósito, nos levantamos casi de inmediato y salimos ambos sonrojados por lo que había sucedido.
Desde la banca y con mi dolor en el tobillo, el entrenador me mando a colocar una compresa. Gritamos y celebramos por el gol que logro meter Shiro, vi que cruzo la miraba con la mía, me sonroje pero quería felicitarlo también, aun no podía moverme y él estaba en la mitad del campo, seguía con el juego.
Cuando tomaron un descanso me pregunto por mi pierna.
-Me duele aun - le conteste
Toco mi hombro y sonrió, volví a sonrojarme eso es lo que logra su sonrisa en mi y mas luego de todo lo que ha pasado durante los entrenamientos.
Después de ese primer beso, yo no sé porque pero espere que todo se repitiera el día siguiente pero no fue así, Shiro no entro al depósito me dejo solo con el saco de balones; y aunque nos fuimos juntos no hablamos en el camino.
Me sentía muy deprimido al tercer día del incidente con el beso, no tenía suficiente energía para practicar, así que la mayor parte del tiempo estuve en el suelo, me caí tanto que las piernas las tenia adoloridas, y a la hora estaba descansando sentado a un lado el campo; al rato Shiro me acompaño, mi corazón se acelero cuando se sentó a mi lado, lo miraba con el rabillo del ojo, era como si estaba muy concentrado en lo que hacían los demás.
Como casi siempre, nos quedamos a guardar todo en el depósito pero esta vez si había luz; Shiro y yo nos miramos al ver la claridad que había en aquel espacio, él se movió hasta donde estaba el interruptor y volvió a ser oscuro, yo me quede inmóvil, sentí que caminaba hacia mí, mi pulso se acelero.
-No me has dicho nada de lo que paso – me dijo con esa voz tan ronca que tiene.
-No sé qué decirte – apenas pude pronunciar palabras, su voz y su cercanía invadían el pequeño espacio.
-Dime solo… si te gusto… que te besara - esta vez lo dijo tan cerca de mi boca, lo susurro y se le escapo un suspiro al pegar su frente con la mía, volvimos a compartir el aliento – a mi… me gusto… tus boca.
Esas palabras hicieron que lo abrazara y ahora era yo el que lo besaba a él.
Cada tarde luego de la práctica, Shiro y yo nos encontrábamos y compartíamos besos en el depósito, era como si solo íbamos para vernos. Sentía sus manos tan tibias cada vez que me tocaba. Me gustaba cuando me hablaba en la oscuridad, su voz era tan… pero tan… seductora.
-Me gustas mucho Takaji – me dijo una de esas tarde – me gusta besarte, esto es una locura lo sé pero me gustas en verdad – lo sentí como si estaba frustrado, la situación de ambos era difícil, yo también lo había pensado bien, pero no podía dejar de entrar en ese depósito solo con el deseo de estar entre sus brazos.
Yo sin palabras, el me las quita, también el aliento.
-No estás loco – le dije – si fuera así, ambos perdimos la cordura, ¿no esa si? Yo quisiera que este rato que estamos juntos dure más.
-Que tonto eres Takaji – rio y me abrazo
-No me digas tonto – me enserie, no me gusto que se burlara, cuando me ha costado decir lo que le dije – a demás, no me llames Takaji, dime Miki, así solo me llamaras tu.
-Miki… – susurro en mi boca – me gusta como sabe tu boca – y volvió a besarme, siempre lo hacía con la misma intensidad, como si no nos volveríamos a vernos.
Quizás cuando termine el campeonato, no encontraremos al excusa de vernos cada día, de encontrarnos inevitablemente en las prácticas, de compartir cada tarde o hasta el anochecer dentro de aquel sucio deposito que resulto ser el lugar más acogedor para que creciera aquel sentimiento, que sin darnos cuenta se apodero de ambos, ¿amor? quizás.
Shiro volvió a meter un gol que nos coloco como triunfadores luego de haber luchado contra el otro equipo por más de 90 minutos. Yo desde la banca vi como todos celebraban, levantaron a Shiro por encima de sus cabezas, yo no podía evitar mirar como su sonrisa llena de alegría lo hacía ver hermoso, me emocione; aunque tengo que esperar para recuperarme no me importo, si así seguiríamos con nuestras prácticas y nuestros tan deseados encuentros.
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